
Poemas de Anna Pinotti
en ese hueco rojo clavé los dedos
profundos hasta encontrar un tope
y rompí
esa tela contenedora
y la vi
resbalarse en contra de la gravedad
de su sangre
de mi sangre
entre los muslos
no hay que respirar en el momento del dolor
le digo mientras
no
el contacto será determinante
cuando el espeso deseo nos deje la marca
ardiendo
no podremos volver a mirar igual
lo impreso en sal quema la piel delgada
para siempre
deseo la estampa y el peso de sus senos
desafiando el filo de mi incisivo
recorriendo el borde de los labios
presa del calor, del impulso que
punza
ahí
en la unión femenina
que nos define
tengo el cuerpo hormigueante
de pies a cabeza conmovida ante la imagen
que provoca pensar su sexo descubierto
en mi mentón circulando, circulando
para cubrir mi boca
y abrir
un tajo nuevo por donde respirar
sin perder la cordura que requiere danzar
ella contornea el abdomen,
el ritmo del jadeo nos penetra la piel y
las escamas dejan un camino plateado
para espejarnos de espaldas
con poca luz
las manos atadas al respaldo de la cama
dos nudos corredizos
y las piernas abiertas
dos nudos
corredizos en los pies inmovilizan a la hembra,
mi celo no se contenta con mirar
recorro su contorno con el índice, hago presión
dejo que sienta la fuerza de mis manos
antes
de traspasar el sonido
el pasaje secreto nos concentra
en ese punto de quiebre para captar la señal
y expandirla
hasta perderla
en su cuerpo crispado de gusto
el sabor en los labios
el doble filo
de mis dientes al morder su hinchado pezón
inyectado
puedo sentir en el paladar el óxido
recorriéndome
el dulce adictivo que emana de sus huecos
en cada segundo incontenible
yo me alimento
de su membrana intensiva
quedó impregnado en la habitación el aroma
salado
a la mañana
el piso regado de escamas y el reloj
sin ganas
titilando
por un corte abrupto
no ha sangrado aun
la falta a la vista nos distrae
la guía extremadamente precisa desde arriba
provoca
una intensa sensación entre las piernas
antes de saltar
los muslos tensos
contienen el aire en una bocanada
antes
de hundirnos
el cuerpo extremo nos revela
me resbalo adentro
ella ejerce en mí su seducción
dolorosa y placentera
me aprieta salvajemente con sus labios brotados
la caníbal nocturna que con húmedos movimientos
deja la estampa roja
en el índice
en el mayor
donde la encuentro despojada
no busco amor
busco en el sexo el secreto
el que tengo en la punta de la lengua y no termina
no se manifiesta
sin embargo la presencia en las papilas es indudable
el ardor
el gusto
mi propia sangre manifiesta y ajena
un hueco nuevo tallado bajo el pulso firme de su magia
el espejo convexo
sin marco
precipitándose en la velocidad de un aguijón
preciso
paladeo la resina con el placer de una experta en sabores fuertes
la dama del mar contempla desde lo profundo su propio infierno y me condensa
en el aliento hasta oxidarme.
ella sabe el miedo que le produce el dolor de un arpón
lleva la cicatriz
en el pecho expuesta
como registro
para no olvidar
el ardor de una herida en el agua.
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