Alambres

Delimitar un espacio es un modo de punzar y tensar la cuerda. No lo podemos todo. Tenemos un límite y en ese terreno alambrado se funda nuestra posibilidad de saltar la valla, de mirar desde afuera ese territorio propio.
Nos reconocemos como seres pertenecientes a una historia, a una tradición, a un lugar pero con el deseo inesperado de partir. El río plateado de la fuga. El metal maleable que brilla, crece y se achica según nuestro ánimo con el mundo.
Alambres electrificados. Alambres de púa. Alambres que delimitan un "campo explotado por". Alambres con los que arreglamos todo.

lunes, 24 de mayo de 2010

Escribir en la intemperie . Sobre "Carroña, última forma" de Leónidas Lamborghini


Por Alejandra VarelaLa sílaba es el verso. Un paso que se da. La idea de perder de vista lo que se lee. Puede existir el error: unir una sílaba con otra que no crea la palabra correcta. O, tal vez, ese sea el fin, construir palabras nuevas que se hacen en el azar, en ese andar de la página que desconcierta. La palabra perdida no puede identificarse en el simple golpe de vista. Hay que meterse en el texto y descubrirla.
Lamborghini indaga en la dimensión visual de la poesía. El lugar de la palabra en la hoja. Un lugar que la separa totalmente de la narrativa donde se entrega a un recorrido previsible.
Se hermana con Correas en el conocimiento de la calle como espacio ficcional. Existe una locura encerrada en el “yiro frenético”. También es natural el modo en que Lamborghini se acerca a la tragedia pero el espacio entre una sílaba y otra del poema es el abismo.

La poesía es algo que nos enreda, que no nos lleva a ningún lugar, que no explica nada.
A veces el verso es sólo una letra, abandonada de la palabra que le da una entidad. Leer se vuelve dificultoso, leer duele. El dolor que no está exacerbado en la voz del poeta aparece en el ojo que lee. Herido como en el comiendo de “Un perro andaluz”
Ella deja ver cada vez más pero el poeta dice menos. Lamborghini entiende que en la poesía el conflicto está en la convivencia de una palabra con otra. El estilo viene a molestar, a generar otra posibilidad de lectura.
Lamborghini insiste con el espacio vacío de la página. Algo se suprime, algo permanece censurado, se ha perdido., El texto está mutilado.
Lo que ocurre, lo que no se puede ver es lo que importa. La poesía no está para contar. Es el albatros que en Baudelaire nunca debía acercarse a la tierra porque sería lastimado por los mortales comunes, (el albatros era el poeta) en Lamborghini cae estrepitosamente, en él no hay vuelo.
Escribir es un movimiento. El movimiento de la mano, la boca. El sexo es una experiencia fragmentada, reducida a unas pocas acciones, despojada. Se escribe en la sordidez, se encuentra en la calle como cualquier otra cosa.
Todo no es más que una descripción urbana de la muerte.

1 comentario:

  1. rubia te amo con locura!!!; más sabiendo que hablas de él.
    Ya fué, me enamoró como un cretino por vos. Te espero aunque ya tengas perro que te ladre.

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